sábado, diciembre 10, 2016

MI HUAROS QUERIDO: TURISMO VIVENCIAL EN CANTA



Huaros (Canta, Lima). Diciembre, 2016

La semana pasada fui invitado a una visita al distrito de Huaros, ubicado en Canta. El objetivo era conocer las nuevas propuestas de este distrito, que lleva año enfocado en promover el turismo en Huaros y por consiguiente Canta. En lo que respecta a mi experiencia personal, recuerdo haber ido alguna vez, pero al no encontrar actividades en el pueblo fue directamente a la piscigranja. Hoy, esto está cambiando y me da mucha alegría ver como Canta se desarrolla poco a poco.

Pero bueno, empecemos. La partida fue en el centro de Lima (Plaza San Martín) una buena opción, considerando que hay gente que viene del sur o del mismo centro, y la siguiente parada fue en Plaza Norte. El camino de ida fue bastante tranquilo, gracias a dos carreteras: la que une Lima con Canta (inaugurada a final de Julio de este año) y la que une Canta con Pasco. Igual es recomendable detenerse en Canta si no llevan pastillas, bloqueador o sombrero, ya que todo esto es necesario para las actividades que realizaremos (caminatas por ejemplo).

Huaros
Una vez llegados a Huaros (a unos 20 minutos de Canta) encontramos un hermoso pueblo donde nos recibieron las autoridades para realizar una pequeña ceremonia. El plan era hacer un city tour: la plaza, la iglesia y dos miradores. Pero primero fuimos al restaurante "El Rocío" que tenían una excelente sazón, cosa que pude comprobar al día siguiente. Luego a instalarnos al Hospedaje Comunal de Huaros, y después a empezar el tour. 


Calles de Huaros

Y así empezamos el turismo vivencial, con el ordeño a las vacas. Fuimos al establo e incluso algunos se animaron a realizarlo. Era sencillo y nos explicaban como de una forma bastante didáctica. Una vez ordeñadas las vacas nos dieron de probar un poco de la leche (que estaba muy bien) y luego ingresamos a un  local donde observamos una parte del proceso de la preparación de queso. 


Elaboración de quesos

Luego de eso tuvimos tiempo de pasear por el pueblo y aproveché para visitar la plaza, iglesia y subir al campanario, desde pude tomar unas bonitas fotos de la plaza. También tu ve oportunidad de ingresar al cementerio y dí unas vueltas en medio de un silencio sobrecogedor.


Mirador de Jesuí
Por la tarde (después de un sancochado y una pachamanca realmente épicos) regresamos al establo para terminar con el proceso de elaboración de quesos. Bastante interesante, en especial lo referente a la elaboración de quesos utilizando "cuajo".  


Mirador de Jesuí #2
Lo que continuaba era una visita a los miradores del pueblo: Jesuí (llamado "de la fogata"y Sonkuchu. Desde el último se podía observar el río y la piscigranja, tan cercanos que uno pensaría que podría llegar de una salto. El de Jesuí está al costado de la iglesia y permite tener una buena vista del valle. Y así finalizamos el día, luego de una buena cena y una fogata donde nos contaron algunas historias.



Al día siguiente ya venía lo fuerte, era momento de ir al rodal de puyas de Raimondi. Este destino, uno de los más importantes de la zona, se encuentra a unos kilómetros del pueblo, por lo que es necesario ir a caballo (a no ser que dispongas de muy buen físico y mucho tiempo) al menos en la subida. Empezamos el recorrido y luego de atravesar montañas y quebradas llegamos (luego de hora y media) a nuestra meta. En ese sitio bajamos de los caballos y Silvia (nuestra amable guía) se dedicó a darnos la correspondiente explicación del lugar. Luego de eso hicimos un interesante pago a la tierra para presentarle nuestros respetos a la tierras  y a "los abuelos" y obviamente, las fotos de rigor.


Pago a la tierra
Nos comentan que las Puyas de Raimondi pueden alcanzar una altura de 10 - 12 metros y que viven a esta altura (3950 msnm). Viven (según los últimos estudios) entre 70 y 80 años y en los alrededores han registrado más de 1500 puyas. Un número bastante impresionante. 


En Jarapampa (junto a la Puyas)
El descenso lo hice a pie y después de unas buenas 2 horas y media llegué al pueblo, luego de una pequeña equivocación (junto a otra invitada al recorrido nos confundimos y desviamos del camino, teniendo que hacer un esfuerzo extra para llegar) cansado, pero feliz. El tiempo apremiaba y ya teníamos que partir hacia la piscigranja, donde almorzaríamos.

Había llegado así el momento de la despedida y así dejaba Huaros, un lugar muy bonito del que llevo buenos recuerdo y al que definitivamente espero volver.

Un abrazo mochilero.


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